De la excursión lo único hay que decir es que hubo un accidentado y no fui yo. El problema estuvo que uno no puede ir con zapatillas buenas porque vas confiado te resbalas y te caes en uno de los 615 escalones que hay que bajar para llegar al laguito. Lo mejor con unas zapatillas de playa, bien cómodo. Después del accidente la cosa cambia, pero nos quedo la llegada de Edu con el Pick up en plan gavilanes en los caballos. El pick up entretenido alguno tuvo un desgarro, jajajaja. Sonia que es una dramática se pensaba que se moría, y después el conductor no se creía que las guías turísticas, Elisa Y Eu no cobraran, jejejej. Ellas son unas asesinas, no unas guías turísticas.
Ya en el hospital, siempre te encuentras con el doctor o doctora que te mira y dice eso está roto en tres trozos, hay que operar, yeso 6 meses. Y tú piensas he bajado de la montaña andando con dolor pero he podido bajar y me dices eso, y ahora te tengo que pagar. Menos mal que alguien invento las radiografías y observas que no pasa nada que no se solucione con un masaje. La estancia en el hospital fue graciosa, había un tipo culebrón montado por allí, con dos gays, una tía que iba a tener trillizos gracias a la fecundación in-vitro. El culebrón era el entretenimiento del hospital, el de seguridad con su recortada entre las manos dejo de mirar la tele para hacer como las abuelas, meter el oído donde no toca.
Esperemos no volver a un hospital más y que los próximos viajes sean igual o mejor.
El viaje fue viscoso pero sabroso.